
En el seno del islam de comienzos del siglo XXI hay una corriente de contestación política y cultural que preconiza la violencia para lograr sus fines. Las religiones son fenómenos diacrónicos que mutan en función de la actitud de sus fieles y del contexto, sufren crisis y auges, se crean nuevas tendencias en su seno y desaparecen otras. Si se acepta que el islam es también una realidad histórica diacrónica, se puede afirmar que el yihadismo y el islam político más radical representan un movimiento contemporáneo que es estrictamente inherente a esa religión. Es un disparate criminalizar a los 1.300 millones de musulmanes que habitan en los cinco continentes. Sin embargo, este análisis no quiere soslayar el hecho de que son musulmanes quienes protagonizan la acción violenta que propugna el yihadismo. Ensayo publicado en
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