El tema sólo empezó a preocupar tras el desplome de la Unión Soviética y los “socialismos reales”, cuando quedaron sin empleo miles de agentes de inteligencia. Acostumbrados al lucro fácil y al manejo de grandes sumas de dinero, pronto se sumaron a organizaciones criminales o formaron otras nuevas, provocando un explosivo crecimiento de la delincuencia internacional. Reportaje publicado en La Nación Domingo
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