Con la decisión del presidente de Colombia, Alvaro Uribe, de denunciar a su par venezolano, Hugo Chávez, ante la Corte Penal Internacional "por patrocinio y financiación de genocidas", así como con la ruptura de las relaciones diplomáticas con Colombia dispuesta por los gobiernos de Venezuela y de Ecuador, el conflicto por la muerte en suelo ecuatoriano del segundo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Raúl Reyes, ha cobrado una magnitud inesperada y sumamente delicada. Editorial del diario La Nación
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