Cuando, en otoño de 2002, el presidente Bush hizo pública su Estrategia de Seguridad Nacional, afirmó que EE UU “trabajaría activamente para llevar la esperanza de la democracia a todos los rincones del mundo”. Era sólo el último de una serie de líderes norteamericanos que han hecho llamamientos a la propagación de la democracia. Es una creencia que cada cierto tiempo lleva a Washington a la guerra, no sólo porque se trata de un imperativo moral, sino porque también puede ser una medida pragmática. Publicado en Foreing Policy
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lunes, 4 de agosto de 2008
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