
A PESAR DE LA REITERADA INSISTENCIA en la neta separación de deporte y política, lo cierto es que la espectacular ceremonia inaugural y de cierre de los Juegos Olímpicos de Beijing no sólo encerró una llamativa puesta en escena de la milenaria cultura china y sus tradiciones más características, sino que, ante todo, bien podría incorporar toda una reinterpretación del proyecto de reforma imaginado por Deng Xiaoping y cuya nueva esencia se podría resumir en la propuesta de progreso con identidad, según la cual, la nueva China no sólo será moderna y desarrollada sino que, a partes iguales, también será confuciana. Reportaje publicado en Safe Democracy
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