
La influencia de China se extiende como una mancha de aceite por su entorno y especialmente por el sureste asiático. Apoyada en el comercio y en una diplomacia que ha cambiado el palo por la zanahoria, Pekín se gana la confianza de los vecinos con el trazado definitivo de sus fronteras terrestres y con acuerdos para explotar conjuntamente las zonas marítimas en disputa. Publicado en El País
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