viernes, 12 de septiembre de 2008

Los antecedentes de la crisis boliviana


El centro de estudios internacionales argentino Nueva Mayoría puso a disposición de sus lectores cuatro artículos publicados en los últimos meses, que ayudan a comprender la grave crisis política e institucional que atraviesa hoy Bolivia. Dada la extensión de los artículos, los entregaremos por parte.

1a Parte

El referendum revocatorio: un triunfo que no resuelve la crisis
Por Rosendo Fraga
El categórico triunfo de Morales en el referéndum revocatorio de Bolivia no resuelve la crisis política que vive el país. El Presidente fue ratificado obteniendo 67,5% de los votos, 12 puntos más que cuando fue electo para Presidente. Pero este triunfo contundente, que debería dejarlo en condiciones de resolver la crisis política que sufre el país, no lo es tanto. Es que también fueron sometidos a referéndum revocatorio 8 de los 9 prefectos de los departamentos del país. Los cuatro de la región llamada la Media Luna: Santa Cruz de la Sierra (Rubén Costas con más del 70% de los votos), Tarija (Mario Cossio que obtuvo 66%), Pando (Leopoldo Fernández con 57%) y Beni (Ernesto Suárez con 75%), que reclaman la autonomía -que en los hechos es una su suerte de federalismo ampliado-, también fueron ratificados en sus cargos, al obtener más del 50% de los votos. Ello los fortalece en su reclamo de autonomía frente a Evo Morales. En los cuatro departamentos restantes fueron derrotados dos prefectos opositores (el de Cochabamba Manfred Reyes, quien no aceptó el resultado y renunció a su cargo-, el de La Paz (José Luis Paredes), y también uno oficialista, el de Oruro (Alberto Aguilar); los tres no alcanzaron el 50% de los votos para ser ratificados, y fue confirmado uno oficialista, el de Potosí Mario Virreira, con 74%. Tres de los cuatro prefectos de la región autonomista ganaron con mayor porcentaje que Evo Morales.

El único prefecto que no fue sometido al referéndum por haber sido electo recientemente es el de Chuquisaca, que puede transformarse en un problema de envergadura para Evo. Se trata de una mujer de origen indígena con muy poca educación, Sabina Cuellar, quien es una de las mayores opositoras y cuestiona al Presidente por su política contraria a la libre empresa y su relación con Chávez. Quizás ella sea potencialmente el mayor peligro político para Morales. Este trabajó mucho sobre la idea de las naciones indígenas: Aymará -a la que él pertenece-, Quechua y Guaraní. Las dos primeras son las dos más importantes, tanto en cantidad de población como en influencia histórica y cultural. La cuestión es que Cuellar es de la etnia Quechua, enfrentada a la Aymará desde la época previa a la llegada de los españoles. Ello hace que el enfrentamiento Morales-Cuellar no sólo deba ser leído en términos políticos, ideológicos, económicos y regionales -como sucede entre la región de la Media Luna y el gobierno nacional de Evo Morales-, sino también en la clave étnica, en función de un enfrentamiento ancestral entre indígenas. Es así como Evo ha desatado un proceso del cual él mismo puede ser víctima.

El conflicto boliviano -que continuará- genera consecuencias importantes en América del Sur. En la visión energética, Bolivia suministra gas a Brasil, Uruguay y Argentina e indirectamente a Chile a través de la anterior. Si se profundiza la crisis política, el suministro se verá afectado. A su vez el gobierno de Evo ha creado condiciones adversas a la inversión para extraer el gas y el petróleo del país, con lo cual sólo su caída puede generar condiciones que la hagan posible. La presencia de Cuba y Venezuela en el país es ostensible, no sólo a través de agentes de inteligencia y seguridad, alfabetizadores y médicos del primer país, sino también con unidades militares orgánicas del segundo. Esta situación está gestando un sentimiento nacionalista en la oposición, que hace del apoyo venezolano a Morales un punto central de su prédica. Brasil, por su parte, respalda a Evo, pero ve con cierta preocupación la creciente presencia venezolana en el país. Para el Presidente de Ecuador -quien visita la Argentina como la semana pasada lo hizo Chávez-, el triunfo de Evo en el referéndum es importante, dado que el 28 de setiembre él enfrenta uno para aprobar la nueva constitución, sancionada por una constituyente controlada por el oficialismo. Chávez, Correa y Morales asumen el socialismo como modelo en términos públicos. Para Alan García, Morales es una amenaza -ha apoyado a la oposición peruana- y para Brasil se está transformando en un problema, aunque lo respalde. Si la situación de Lugo en Paraguay se complica -como él mismo lo está diciendo públicamente-, en los dos países que en los años treinta combatieron en la Guerra del Chaco, pueden darse situaciones de inestabilidad política simultáneamente.

La guerra entre Rusia y Georgia muestra para América Latina que la secesión es un fenómeno posible en el mundo al comenzar el siglo XXI. Este tipo de fenómeno era impensable en el mundo de la segunda mitad de la Guerra Fría, pero pasó a serlo en la última década del siglo XX, cuando la URSS se disolvió, como se desarmó el Imperio Austro-Húngaro al final de la Primera Guerra Mundial. Aun a riesgo de multiplicar los reclamos de autonomía nacional en diversas repúblicas de la Federación Rusa -como el caso de Chechenia-, el gobierno ruso apoya militarmente la secesión de dos regiones de Georgia, Osetia del Sur y Abjasia. EEUU y la UE, que acaban de apoyar la creación de Kosovo como estado independiente de Serbia, se encuentran descolocados ahora que Rusia realiza algo similar en contra de Georgia, un país históricamente pro-occidental que fue una barrera de Europa frente al avance del Islam y que ahora es un firme aliado de Washington y aspira a entrar en la OTAN. El anuncio de Ucrania de que la Flota rusa del Mar Negro no podrá volver al puerto de Sebastopol -que es su base de operaciones- si es empleada contra Georgia, muestra cómo este tipo de conflictos pueden escalar peligrosamente. Si bien no se puede comparar el conflicto boliviano con el georgiano, sí cabe reflexionar sobre que la secesión es un fenómeno mucho más posible hoy que hasta la caída del Muro de Berlín y que la comunidad internacional muestra poca eficacia para contenerlo o encauzarlo, sobre todo cuando entra en juego el factor energético, como sucede tanto en Georgia como en Bolivia. Cuba salió en apoyo de Rusia en este conflicto, revitalizando los nexos de la Guerra Fría.

No hay comentarios: