martes, 20 de febrero de 2007

Brasil, de rodillas ante el crimen organizado

Los días de Carnaval apenas sirvieron como un ungüento para aliviar las heridas de un país sacudido por una ola de violencia frente a la cual el Estado se ha mostrado impotente para cohibirla. Después de la conmoción nacional producida por el suplicio del niño João Hélio, arrastrado hasta la muerte en Río de Janeiro por bandidos que habían robado el auto a su madre, los delitos no cesan. Incluso son cometidos desde las entrañas mismas del poder constituido, como es el caso de los disque-secuestros, una nueva modalidad de delitos consistente en la utilización de celulares en las cárceles para llamar a ciudadanos engañándolos con quien ha secuestrado a sus parientes más queridos.
El tema de la violencia en Brasil ha pasado a convertirse en un lugar preferente en la agenda pública. El narcotráfico, fuertemente arraigado en el país, es la principal fuente de reclutamiento de malhechores, sumado a los bolsones de pobreza enquistados en las principales urbes de la potencia sudamericana, principalmente São Paulo y Río de Janeiro.

Un análisis del Centro de Estudios Nueva Mayoría aborda esta problemática. Las siguientes dos notas reflejan el nivel que ha alcanzado la violencia en Brasil.

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